Apología de la Conquista
"¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire, mientras la onda cordial aliente un sueño,mientras haya una viva pasión, un vivo empeño, un buscado imposible, una imposible hazaña, una América oculta que hallar, vivirá España!" Rubén Darío
El Descubrimiento, la Conquista, la evangelización y la civilización de América, desde las praderas de Nevada hasta la Patagonia, constituye la más gigantesca empresa de la historia de la humanidad.
En el año 
    1.492,una pequeña nación europea, que acababa de salir de una 
    larga guerra, más de siete siglos para reconquistar su religión 
    y su independencia se echaba a navegar por un océano desconocido y 
    espantable, para emprender la mayor hazana que han realizado los hombres desde 
    que el mundo es mundo.España sacrificó millares de vidas, soldados, 
    misioneros, magistrados, hombres de letras, el más colosal despilfarro 
    humano que se recuerda, despoblándose para llevar al Nuevo Mundo, la 
    civilización, cristalizándola en ciudades urbanizadas, catedrales, 
    universidades, audiencias, puertos, astilleros, fundiciones, bibliotecas, 
    industrias y una agricultura floreciente.
    En 1.539, cuando aún no había terminado la conquista de Méjico, 
    funcionaba allí la primera imprenta del Nuevo Mundo.
UNA HAZANA
 
    "Por los años 1.570 un gobernador de Nueva Granada hubo de enviar 
    un mensajero a la costa del Pacífico, el pequeño puerto de Buenaventura, 
    confió su pliego a un soldado y éste emprendió el viaje 
    a caballo y luego a pie para cruzar la cordillera de los Andes.
    En 1.951 un grupo de alpinistas que realizaban una ascensión desde 
    la localidad de Palmira, cuando coronaron una de las cubres heladas, encontraron 
    bajo unas peñas que formaban un abrigo natural, el esqueleto de aquel 
    soldado, con su morrión o casco de hierro, su coraza y espada y colgando 
    al cuello aquel canuto de hojalata que se utilizaba para llevar los pliegos 
    oficiales.
    Los alpinistas para subir a aquel lugar habían necesitado, cuerdas, 
    garfios, ropas aislantes e impermeables y todo un equipo de montañismo. 
    ¿Cómo aquel soldado sin más equipo que su coraza y su 
    espada había conseguido trepar hasta lo alto de la cordillera? Sería 
    siempre una hazaña increíble si no estuviera como testimonio 
    el propio cuerpo del soldado. Así eran aquellos hombres, a quienes 
    algún historiador ha comparado con los semidioses de la antigüedad.
    “Así fue el Imperio Español” José Maria de 
    Mena Ed. Plaza y Jané 1.992.
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